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Cada empresa tiene su propia musicalidad

Cada empresa tiene su propia musicalidad. Como nuestra casa. Los sonidos expresan culturas y formas de hacer. Un escritor corporativo sabe reconocer esas notas y es capaz de ejecutarlas para conmover.

Cuando escribo para una empresa atravieso un puente instantáneo entre su obra y la gente.Me conecto con lo que soy y lo que quiero ser. Es cuando siento el envión fuerte de la vida y el sueño. Desde ese lugar desvelo con naturalidad sensaciones y emociones que me vinculan con la energí­a viva de las organizaciones y su necesidad de darse a conocer.

El concierto comienza a sonar. Cambia de dueño. Ahora está del lado del público.

Cada nota está predestinada a mover algo de su lugar: a aquellos que se mantienen al margen, los que aplauden a rabiar, los promotores, los que sueñan estar en el primer palco pero nunca podrán, los espectadores, los defensores a muerte.

Cuando la música se afina está a la altura exacta de lo esperado. Coincide con el color de los deseos y viene el impulso de bailar. La danza es acción y éste es mi objetivo. ¡Movilizar!

El texto corporativo hace latir los productos y evidencia las empresas. Deja huellas en el asfalto y en la memoria.

Es una música que debe seguir flotando en el aire.